Consejos para enseñar a nadar a nuestros hijos
Una de las cosas que más disfrutamos durante la maternidad (y la paternidad también, por supuesto) es jugar con nuestros bebés y prepararlos para que puedan llevar una vida sana y sobre todo, muy feliz. En estos casos, el ambiente acuático parece ser una de las cosas que más disfrutan los chiquilines en las primeras etapas de su vida, así que no lo prives de llevarlo a la piscina y que pueda no sólo disfrutar de ello, sino también desarrollar sus capacidades motrices. Aquí te dejamos con algunos consejos básicos a tener en cuenta.
Trabaja la respiración
Evidentemente, lo más importante que debemos tener en cuenta cuando enseñamos a nadar a nuestros hijos es la respiración. En un ambiente acuático esta es la prioridad número uno, así que para ello comienza siempre por regar el agua sobre su cabeza (con una regadera por ejemplo), esto le permitirá familiarizar sus vías respiratorias con el medio.
Al mismo tiempo, podrás realizar pequeñas inmersiones en el agua, siempre de un modo delicado y realizando paralelamente ejercicios de burbujas (puedes emplear un objeto flotante para que él lo desplace con su propia boca). En etapas avanzadas, podrás jugar también a recoger juguetes del fondo de la piscina.
Sobre la flotación
Muchos padres entienden que la natación y los ejercicios en el agua se resumen solamente a que el niño aprenda a flotar, e incluso pretenden desarrollar esta habilidad desde los primeros momentos de contacto con el medio acuático. Esto es un error, si bien lo más importante es que el bebé aprenda a flotar por sí solo, precisamente a través de ejercicios más naturales y que con el paso del tiempo le permitirán equilibrarse sobre el agua. Por lo tanto, nunca fuerces al niño para que flote, y recuerda que este tipo de ejercicios debe implementarse posterior a los tres años de edad.
Ejercicios de deslizamiento
Cuando realizamos deslizamientos, estamos contribuyendo a las capacidades motrices del bebé e incluso, colaborando con sus habilidades para la flotación. En este sentido, puedes optar por trasladar al bebé sobre el agua (persiguiendo objetos, cubriendo tramos pequeños, etc.) y avanzando solamente cuando ellos muevan sus extremidades.
Fuente de la imagen: http://www.piscinasdesmontables.com/piscinas-intex/
También podrán ubicarse ambos padres, uno frente al otro y a una distancia relativamente corta, con el objetivo de impulsar al pequeño en ambos sentidos. Esto permitirá que el niño se encuentre solo por momentos en la zona intermedia entre ambos padres, promoviendo su autonomía en el agua y familiarizándose con la posición horizontal (inclinada-ventral) que le permitirá desplazarse de un modo seguro.
¡A saltar!
Los saltos también permiten desarrollar en el pequeño algunas habilidades como la flotación, la inmersión y el trabajo con la respiración. Generalmente, este tipo de actividades debe comenzar a aplicarse a partir de los tres años de edad, y aunque se trata de una práctica que los niños disfrutan mucho, las primeras veces deberá realizarse tomado de la mano de un adulto, en aras de evitar accidentes con el bordillo de la piscina.
En el caso de los saltos con inmersión, estos deben introducirse paulatinamente, al mismo tiempo que controlamos la altura y la profundidad con que se realizan. Para ello, bien podemos saltar con el pequeño y abrir los ojos bajo el agua, o pedirle que salte y nos alcance a cierta distancia dentro de la piscina.
Consejos finales
Recuerda que la natación para niños es un proceso gradual que comienza a partir de los seis meses de edad y hasta los cinco años. La manera en que asimila las nuevas habilidades motrices sobre el agua, dependen no sólo del pequeño, sino también de nuestra dedicación. Nunca deberemos forzar el proceso de aprendizaje, puesto que podríamos estar logrando un efecto negativo. En cambio, permítele que disfrute cada momento sobre el agua.
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