Fútbol
El fútbol puede llegar a ser una lección de la vida: un aprendizaje de las reglas de vida en armonÃa y respeto con los otros. Sobre el terreno de juego, el niño aprende a jugar con sus compañeros, a hacer esfuerzos fÃsicos para alcanzar metas, pero también a aceptar el fracaso y las decepciones.
Según los profesionales de la salud y la infancia, el fútbol es un deporte que favorece el desarrollo fÃsico del niño, estimula el aparato respiratorio, el circulatorio y aumenta la potencia muscular y desarrolla la coordinación. Por otra parte, el fútbol es un juego de equipo en el que cada uno tiene un papel bien definido y escogido según sus caracterÃsticas fÃsicas y psicológicas, pero también según sus gustos. Cada niño aprende asà a ponerse en disposición del grupo y a compartir sus capacidades para alcanzar un objetivo común.
Además, es un deporte que requiere también un correcto comportamiento y de un gran sentido de la responsabilidad: un mal comportamiento puede arrastrar una sanción, como el paso de la pelota al equipo contrario o, en casos más fuertes, una expulsión del terreno de juego por parte del árbitro, lo que le causarÃa un perjuicio tanto para el niño mismo, como para el equipo.
La autoridad y el respeto de las reglas está representada por el árbitro, el único juez sobre el terreno de juego. Y las decisiones de él deben ser respetadas por todos los niños. Estamos ante una representación de la autoridad que también puede ser benéfica para los niños que tienen dificultad para ceñirse a la disciplina. La práctica del fútbol puede en este sentido ayudarles a comprender que la disciplina, las reglas que hay que respetar, son necesarias dentro del terreno, pero también fuera.
Ciertos padres creen que el fútbol no está adaptado para un niño ya que lo consideran un deporte violento. En realidad, los choques son inevitables en casi todos los deportes en los que hay relación cuerpo a cuerpo. Pero estos "choques" ayudan a los niños a sobrepasar su timidez y a vencer el miedo del contacto fÃsico. Además, la presencia del árbitro garantiza el respeto de las reglas de juego, con la finalidad que el juego no se transforme en un ajuste de cuentas.
La agresividad, en dosis moderadas, no es negativa de ningún modo. Es la motivación interior que incita a sobrepasar sus propios lÃmites y a combatir por alcanzar un fin. El objetivo del fútbol es meter goles. La energÃa de los niños estará canalizada hacia la porterÃa del contrario y gracias a su "agresividad" conseguirán meter goles o, al menos, harán todo lo posible por alcanzar este fin.
Durante el entrenamiento, los educadores deportivos (especialmente formados para este fin) les enseñan a los niños las reglas de base del fútbol, pero también reglas de vida y de buena convivencia en el juego. Asà vemos como el apretón de manos al principio y al final de un partido es habitual o como se ayuda a un adversario a levantarse del suelo después de un contacto fÃsico.
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