Disciplina
Los niños no nacen con un conocimiento de las reglas de la vida. Para hacerse buenos chicos y chicas deben, primeramente, aprender a comportarse como buenos chicos y chicas. Y esto se consigue con una correcta disciplina. El proceso es largo y no es fácil ni está exento de errores, crisis, enfados y lágrimas. El éxito del aprendizaje de una correcta disciplina, depende en gran manera de las propias reacciones de los padres.
Una buena disciplina no quiere decir castigo
Disciplina y castigo no son sinónimos. Un castigo tiene como objetivo normalmente animar a una persona a no repetir sus malas acciones. Sin embargo, a través del castigo (sobre todo si es fÃsico) los niños aprenden cómo la gente poderosa impone reglas que las personas débiles deben aceptar y seguir, o sufrir consecuencias desagradables. Pueden aprender también a evitar ser honrados respecto a sus errores o a desviar la culpa hacia otros.
Una buena disciplina permite aprender
Un castigo identifica lo que está mal, pero no ayuda al niño a aprender lo que está bien. El objetivo de la disciplina es instruir. Enseña el dominio de sà mismo y un comportamiento socialmente aceptable. Con la disciplina se le anima al niño al buen comportamiento corrigiendo la mala conducta y enfatizando la buena conducta. La disciplina es una buena ocasión de mostrar lo que es el respeto, la paciencia y el modo correcto de resolver los problemas.
Una buena disciplina nunca implica gestos de violencia fÃsica, ni amenazas de violencia
Nunca debes pegar a un niño. Lo aconsejable es revalorizar la estrategia global de disciplina y buscar modos de reemplazar la palmada al culo. Por ejemplo, puedes probar perÃodos de reflexión o suspensiones de fortalecimiento. No obstante, un "perÃodo de reflexión" nunca debe durar más de un minuto por cada año de edad del niño (es decir, dos minutos para un niño de dos años).
Una buena disciplina nunca comprende ni insultos ni comentarios degradantes
Para muchos padres violentos, "disciplina" quiere decir gritar, censurar y degradar al niño. El niño adquiere entonces la impresión que es una mala persona, y no una persona que ha dado muestras de mal juicio o que se ha portado mal en un momento concreto.
Una buena disciplina nunca implica cólera ni reacciones excesivas
Una buena disciplina es una estrategia planificada que tiene como objetivo animar la buena conducta y desanimar la mala. Esta disciplina debe ser constante, lógica y equitativa.
Una buena disciplina no es ni permisiva ni represiva
Existen padres que nunca disciplinan a sus niños. El padre permisivo deja a los niños actuar según su gusto y, por consiguiente, nunca están forzados a aplicar reglas o a mantener lÃmites. En cambio, los niños de padres demasiado represivos viven constantemente con el temor de desagradar. Hay que evitar estos dos extremos.
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